CORTOMETRAJE

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Por Max Chagas

“Egum” es una película de terror negro que busca entender por qué “la carne más barata del mercado es la carne negra” y por qué el pueblo negro – como nuestros antepasados – no está en paz.

“Egum” es una película de terror negro que busca entender por qué “la carne más barata del mercado es la carne negra” y por qué el pueblo negro – como nuestros antepasados – no está en paz.

Tras años alejado, debido a la muerte violenta de su hermano, un reconocido periodista negro retorna a la casa familiar en la favela para cuidar a su madre, que sufre una grave y desconocida enfermedad. En una noche, el periodismo recibe la visita de dos extraños, que tienen negocios desconocidos con su padre. Ese encuentro, sumado a otros, lo hacen sospechar que algo sobrenatural pesa sobre su madre y le hacen temer una nueva tragedia.

La propuesta del director Yuri Costa es discurrir sobre la cuestión del genocidio de la población negra y los traumas coloniales, en una narrativa que trata de personas negras. Según el Atlas de la Violencia, de cada 100 personas asesinadas en Brasil, 71 son negras, y cada 23 minutos un joven negro entre los 15 y 29 años es asesinado en el país. Lo que une todas esas vidas es la diáspora.

En la película los personajes no son identificados por sus nombres, sino que son denominados apenas como Madre, Padre, Hermana, Abuela e Hijo. La idea es transmitir el fenómeno racial brasileño de manera amplia, con algunos puntos de inflexión. Son cuerpos violentados en un espacio del planeta, traídos de otros lugares. 
 
El tono sobrenatural queda impreso a partir de lo que es un Eggún. En las religiones de matriz africana como el Candomblé o el Vudú y otros sistemas religiosos y espirituales de América y África, los Egúns son espíritus desencarnados, personas que estaban aquí y ya no lo están. Cada grupo tiene una interpretación diferente sobre cómo estos entes se manifiestan en la realidad y se relacionan con las personas. En la cinta, así como en el Candomblé en general, los tratamos como personas que han partido pero aún están vinculadas al espacio en que vivieron. Son personas que partieron de manera inesperada, que tenían algo qué hacer y no pudieron concretizar, alguna tarea que todavía necesita ser realizada. Muchas veces ellos acaban manifestando también un sufrimiento no sólo por el posible contexto de su muerte, sino también por el apego a quienes – y a lo que – continúa aquí.

El único personaje de la cinta con nombre propio es Jonas, el hermano menor que ha sido asesinado y traspasa la existencia de los habitantes de esa casa. Él es el Egún (pido perdón por el spoiler). Es un joven que ha sido baleado en la calle, y ese hecho instituye una serie de cuestiones para la familia como un todo, y para sus miembros individualmente, ya que cada uno reacciona de manera distinta a esa muerte. Este factor sobrenatural encadena el encuentro entre ellos en este contexto y da el tono de terror.

PERSONAS NEGRAS

El corto crea mucha inquietud. Es una cinta pesada, en el sentido en que lidia con afectos. Es visceral, remueve las entrañas. La mayoría del equipo está compuesto por personas negras. Aunque somos de lugares diferentes de Río de Janeiro y del país, tenemos en común historias parecidas. Eso estuvo presente en el set y durante toda la preproducción cuando charlábamos sobre cómo lidiábamos con esas cuestiones.

Conocí la mayor parte del equipo en la universidad pero éramos de horarios, carreras y especialidades distintas. Yuri y yo somos de la Baixada Fluminense e ingresamos a la carrera juntos, en el mismo semestre. Siempre tuvimos algunos intereses en común. Nuestro recorrido de descubrimientos de posibilidades de trabajo en el mercado de la comunicación partió de lugares parecidos. “Eleguá”, el primer corto dirigido por él y fotografiado por mí, fue grabado en mi casa, también con un equipo mayoritariamente negro. Enseguida quiso llevar esa dinámica a “Egum”.

Entre mis referencias de la universidad no encontraba muchas personas negras que trabajaran en el departamento de fotografía. No es un ambiente diverso y democrático, dado que los equipos son caros. Aun en las universidades públicas hay poquísimas personas negras y todavía menos en las carreras de comunicación. Adquirir experiencia y obtener contratos para trabajar en un set de grabación es muy difícil. En esa búsqueda fue fundamental la participación de Hugo Lima, Arthur Pereira y Larissa Rios, quienes trabajaron como asistentes de cámara.

Hugo es un tipo monstruosamente genial. Tiene un proyecto de fabricación con impresoras 3D de accesorios e ítems para cámaras. Y también es un gran iluminador, tiene nociones de maquinaria. En esa búsqueda por jóvenes negros con vivencias personales, Yuri también me presentó a Arthur, un estudiante de Geografía que tiene mucha experiencia en fotografía, sumado al manejo del equipo, y a Larissa, quien es periodista de formación y nos ayudó en la operación de las luces. También contamos con Natasha Iane, psicóloga que tiene un proyecto sobre las representaciones de los cuerpos negros en la fotografía, haciendo el still y el making of de la cinta. Fue una cosa sinérgica en la que todo el mundo estaba entrelazándose.

En el equipo había personas practicantes de la Umbanda, el Candomblé y el Espiritismo, por tanto no había lío por hablar sobre la muerte y el espíritu desencarnado. Trabajamos con asuntos pesados. Hubo quien lloró. La imagen de una madre negra que llora por la muerte de un hijo, es pesada. Es difícil pedirle a un actor negro interpretar a un padre borracho y abusivo, es algo afectivamente complicado. Un chico negro con una camiseta de escuela pública, son su nariz sangrando y dos orificios de bala, es algo pesado. Son cosas que se entreveraban con la afectividad de los integrantes del equipo, gente negra que ya vivió o presenció ese tipo de violencia. La idea era crear un clima de muerte y luto, La actriz Valeria Monã fue una matrona, un amor de persona que buscaba darnos tranquilidad a todos. La postproducción involucró también todo un trabajo de limpieza energética, de sahumerio, y es que no había cómo terminar una escena pesada sin tomarse una cerveza tranquilamente, riéndonos pensando en festivales.

DESAFÍOS TÉCNICOS

Teníamos el deseo de trabajar con la Black Magic Pocket, pero lo que definió esa elección de la cámara fue de hecho una cuestión de presupuesto, porque es un equipo que Hugo ya tenía. Llegamos a cotizar otra cámara pero preferimos invertir el dinero en lentes, considerando que ya tendríamos ayuda con la iluminación. Nuestra cuestión más seria era definir las luces y los lentes en función del decoupage que teníamos. 

Trabajamos con 8 reflectores en total. Yuri tenía en su productora dos reflectores con softbox, y el resto fueron Fresneles: dos de 1000w, dos de 650w y dos de 300w. Todas las escenas de la cinta son internas y como la casa tiene muchas ventanas, tuvimos que tomar cuidado para que la iluminación guardara sentido con el trascurso del día. Como la cocina tenía un ventanal y una puerta, trabajamos siempre en el mismo eje y creamos una luz general para definir el paso del día con los Fresneles más grandes ubicados afuera. Dentro pusimos luces para iluminar las paredes y que tuvieran destaque. Los softboxes los usamos para los personajes. En el decoupage comenzamos por los planos generales más abiertos y después seguimos con los más cerrados. A pesar de las limitaciones, la logística eléctrica fue fácil gracias al empeño del equipo.

Teníamos un kit de 5 lentes, pero yo usé principalmente un Olympus 16mm f/3.5, un Zeiss 35mm y un Zeiss 50mm f/2.8 para planos más cerrados. Estos lentes creaban una impresión de plasticidad en la piel. Como la luz era muy marcada, los poros aparecen. Esto producía un aspecto de exceso que hacía posible sentir la respiración y el sudor de los personajes. La idea no era crear una cosa lúdica o una suerte de sueño “suavizado” (llegamos a conversar acerca de usar un filtro Pro Mist), sino hacer algo surreal, que al tiempo fuera lo más realista posible, con las texturas de las paredes, los reflejos de los azulejos y las líneas de expresión en los rostros, todo bien marcado.

Como la planta de la casa nunca se muestra, sino que apenas queda sugerida por un corredor, pudimos inventar luces de ventanas que no existían en la locación. Así conseguimos poner puntos de luz aquí y allá.

LUCES, VELAS, CONTRASTES

La escena más complicada fue la secuencia del cuarto con las velas encendidas. Hacía mucho calor, con los actores, el equipo y las llamas en un lugar cerrado. Tuvimos que añadir una luz que diera continuidad a la tonalidad sin quebrar la trepidación del fuego. La vela servía, en verdad, para crear un mood que llevaría al público a creer que era esa la única iluminación en el especio. Creamos una luz general baja con un Fresnel rebotado. Las velas generaban un relleno de luz trasera y también funcionaban como negativo, debido a su oscilación. La secuencia termina con un grito, con mucha intensidad dramática, entonces no podíamos cansar demasiado a los actores. No era posible repetir la escena diez veces.

La cinta, en general, trabaja bastante con zonas de contraste. Poca cosa fue difuminada, sobre todo por la noche. Tenía que ser algo bien marcado, radical, con mucha sombra y puntos de luz que impactan sobre la piel y se quedan rígidos. En la vida, en general, encendemos luces difusas en los lugares que habitamos. Nuestra idea era crear más contraste, con muchas zonas en negro, inclusive dentro de la casa.

Yuri se decidió por el aspecto 2:35.1 para producir un eje más cerrado tanto arriba como abajo, que no tuviera amplitud, y así poder crear esa sensación de estrechez, de incomodidad. Todo sucede dentro de la casa. Todo está contenido en ese espacio. No vemos el ambiente externo. No es posible ver el barrio, la calle o el contexto donde ellos viven: es una alegoría de la experiencia colonial en cualquier punto de la diáspora.

La llegada de una pareja de personajes blancos fue grabada en una escalera del propio casarón, en la lateral de la locación donde hay un paredón de piedra. Queda en el área de servicio, a lado de la lavadora y de la cocina, pero logramos transmitir la impresión de que se trata de la puerta principal de la sala. En la esquina pusimos un Fresnel de 1.000w para simular la luz de un poste, como si fuera un callejón o alguna calle. Los personajes viven en una casa con pocos ítems, sin muchos muebles, televisión, objetos u otros aparatos.

Las imágenes de la playa traen cierto surrealismo y están en el último acto de la cinta, que es “El Tercer Abismo”. Es el tercer trauma colonial, cuando el cuerpo negro es retirado de su espacio de origen y se encuentra del otro lado del Atlántico, contemplando dónde estaba antes y dónde está ahora. La escena imprime una sensación de que el personaje está acorralado mientras la hermana ya ha sido abducida. Entre nuestros ancestros siempre hubo intentos por amotinarse, por poder volver atrás a mitad del trayecto, pero en medio del Océano no hay cómo regresar. Brasil es tierra firme, pero está a una distancia de casa mayor a los 9 mil kilómetros.

En relación a los contrastes de sombras, existen cambios puntuales entre algunas escenas. Cuando el actor Paulo Guidelly está encerrado en un cuarto, por ejemplo, lanzamos luz hacia el techo para obtener un rebote amplio, más difuso, hacia las paredes. Hay un cambio grande de luz en relación a las escenas de antes y después, ya que es como si no estuviera allí. Se trata de algo sutil pero que lo extrae de la realidad, como en un arrebato. Cuando contamos y él pone la mano en el suelo la luz se convierte en un proyector sobre su cabeza. Es como si la acción estuviera en su subconsciente. Podríamos haber usado efectos coloridos para reforzar esa impresión, tal vez con un LED RGB o un gel, pero no era nuestra intención. Aunque fuera surreal, queríamos atenernos a la percepción humana. La cámara sigue ese movimiento loco. Dejamos el menor número posible de personas dentro del cuarto. Estábamos Yuri, el actor Hugo, Víctor Oliver en el sonido directo y yo en el apoyo de luz.

CAMARA VIVA

Los momentos de cámara en mano refuerzan la inmersión humana del espectador, que es transportado adentro de la escena. A Yuri no le gusta dividir los diálogos entre plano y contra-plano. Encuentra más sentido en mantener el movimiento y por eso hicimos un elástico ir y venir, como el de un fuste. Hay también momentos de temblor, realizados a propósito, como el de la invasión final y el arrebato. El desafío era hacer algo eruptivo y estremecido pero sin perder el foco. La idea era totalmente la contraria a disimular el tremor, no se trataba de hacer flotar la cámara.

En el diálogo de los hermanos en la cocina, la cámara está viva. Empieza fija y poco a poco va moviéndose en dirección a la mesa, como si se le despertara un interés por la conversación. Después se acerca a los actores hasta llegar al rostro de la actriz Bruna Rodrigues. La luz que viene de la ventana fue producida por un Fresnel, y las sombras de las rejas forman un marco negro alrededor de los ojos iluminados de la actriz. Quedó interesante, sobre todo porque en ese momento percibimos que el personaje ha abandonado a sus parientes para dedicarse a su vida profesional. Se da cuenta de que ha pasado por un proceso de emblanquecimiento para hacerse periodista y ya no comprende nada de lo que sucede en aquella casa.

REFERENCIAS CINEMATOGRÁFICAS Y BIBLIOGRÁFICAS

Usamos algunas referencias cinematográficas pero que no eran específicamente técnicas. Películas como “La Hora del Lobo” (1968), de Ingmar Bergman, y “Bush Mama” (1975), de Haile Gerima, nos proporcionaron inspiraciones en iluminación, composiciones y close ups, además de movimientos de cámara en mano que siguen al personaje. El film de Dee Rees “Pariah” (2011), también nos trajo ideas sobre la cámara en mano “agitada” que vemos a lo largo de la cinta.

Además Yuri vino con referencias textuales para la elaboración del guion que sirvieron como brújula para entender la dinámica de las escenas. En “La Barca Abierta”, Edouard Glissant discurre sobre la experiencia de la deportación de africanos hacia las Américas, fenómeno que marca los abismos destacados por la cinta. Ya en “O Genocidio de Negro Brasileiro, de Abdias Nascimento, y en “Arquétipos y Estereótipos”, de João Carlos Rodrigues, tuvimos un panorama del fenómeno racial brasileño, hilo conductor de la historia de “Egum”, pero también de las representaciones estereotipadas comúnmente asociadas a los cuerpos negros, y presentes en las escenas de la cinta.

Finalmente, la interpretación psicoanalítica de la cuestión negra ofrecida por Frantz Fanon en “Piel Negra, Máscaras Blancas”, también fue una base de lectura para la cinta, que se inicia con una cita directa de Fanon.

Teníamos referencias estéticas e iconográficas, incluso de pinturas, para algunas dinámicas de plano. Un plano en particular hace referencia a “Persona” (1966) de Ingmar Bergman. Pero, al final, era más importante entender lo que nosotros mismos estábamos sintiendo.

En el rodaje de “Egum”, las cuestiones giraban mucho más en torno de las personas que de las técnicas de grabación. Lidiar con las personas era lo más importante. Se trataba del trato humano.

STILL Y MAKING OF

Por Natasha Iane

“El trabajo de Still estaba más dirigido a la escena, en función de las condiciones de la locación y los esquemas de producción y grabación existentes en la residencia de otras personas, que interferían bastante en la logística de circulación del espacio. Durante los rodajes también busqué retratar en el still el “apalencamiento”, la levedad y la complicidad que movían el set, el cuidado necesario y el afecto que se requiere para desplegar una historia tan intensa como la de “Egum”. Las fotos contrastan mucho con la historia de la cinta, siendo que permiten tener acceso a una narrativa de los afectos del equipo”.

MINI BIO

www.maxchagas.com

Max Chagas ha actuado como director de fotografía en cortometrajes como “Algum Romance Transitório” (2017) y “Eleguá” (2018), además de la serie de documentales del proyecto LabJaca, grabada en la favela Jacarezinho en el 2020, entre otras cintas. Dirigió también videoclips de artistas negros y periféricos como Xaga, Vitin, Koji, João Okami, Lexa, Kymaih y Ghetto ZN. Trabaja también con sonido, corrección de color y montaje.

Foto: vitor garcia

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